Los defensores y defensoras de los derechos humanos son aquellas personas, comunidades u organizaciones de la sociedad civil que, a título individual o colectivo, trabajan por hacer efectivos los derechos humanos universalmente reconocidos. Persiguen la promoción y la protección de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales.

Una defensora de derechos humanos es una familia que busca justicia, verdad, y reparación por sus familiares desaparecidos. Una comunidad indígena que protege los bosques, los ríos, y el territorio frente a un megaproyecto minero de una empresa transnacional. Una trabajadora de la maquila que demanda condiciones laborales dignas. Una asociación de vecinas que frena un desahucio. Un activista por los derechos LGBTIQ+. Un colectivo de mujeres movilizadas por la despenalización del aborto. Una organización que trabaja por los derechos de las personas migrantes.

A pesar de que proteger a quienes defienden los derechos humanos es una obligación internacional de los Estados, las personas, comunidades y organizaciones defensoras son objeto de patrones sistémicos de violencia y criminalización. “El último informe de Front Line Defenders señala que, durante el año 2020, al menos 331 personas fueron asesinadas por su labor en la defensa de los derechos humanos en 25 países, el número más alto jamás registrado” Los asesinatos no son eventos aislados, sino que vienen precedidos por hostigamiento judicial, amenazas y ataques físicos, entre otras formas de criminalización.

Frente a este contexto, resulta necesario enfatizar la obligación de las administraciones de adoptar medidas de protección de quienes defienden los derechos humanos, así como contribuir a promover una conciencia crítica en la sociedad sobre la necesidad de integrar la defensa de los derechos humanos en el día a día.